Comienza el paseillo, y las cuadrillas desfilan en respetuosa fila de a dos, al son de la música festera. Todos los intengrantes saludan al palco de honor, y hacen sus reverencias. Transcurrido todo el ritual las cuadrillas se retiran al callejón.
Maestro en el centro de la plaza brindando el toro a los ocupantes del palco de honor.
Tocan el clarín para la apertura del tercio de Varas, se habren los toriles y sale el morlaco...
Procencía de Casta Navarra, (raro pues esta casta a día de hoy es muy reducida, pero debido a su bravura y astucia, son muy preciados), Toro cornigacho y llorón de cara, sale con una fuerza inusitada al ruedo. Allí el maestro en el centro de la plaza, espera con su capote, paciente, sin inmutarse, para provarlo, para tentarlo y ver por donde responde la res.
Al sol de la plaza se puede ver que es un ejemplar Botinero Albahío, y corre bravo hacia el capote del maestro, este con un derechazo tantea al animal. El toro al no ver su objetivo gira sobre si mismo, y vuelve a la carga, es un ejemplar claro y noble. El torero si apenas tiempo de reacción hace un recorte, con el que se gana el griterio del público.
Vuelve el torero al centro para efectuar varios pases de pecho, en los que el toro no trata de salir de la suerte en ningún momento.
Suena de nuevo el clarín y salen los picadores.
Caballos bien protegidos por el peto, ya que el morlaco embiste desde abajo. El torero y la cuadrilla abanican al animal, mientras los picadores toman posición. El animal fija su objetivo en uno de los picadores, y embiste con fuerza tal que levanta al caballo de sus cuartos traseros, el picador pica al animal violentamente, haciendo que las sangre mane por su espalda, la imagen es impactante. El animal blanco, tintado por su propia sangre en los cuartos delanteros, embistiendo contra el caballo... El picador sigue en su empeño de desgastar al bravo animal, y al tercer picado recibe la reprimenda del respetable.
Vuelve a sonar el clarín y salen los banderilleros a escena.
Con sus trajes luminosos al sol, y sus banderillas adornadas con los colores de la bandera patria, se preparan los 2 banderilleros del maestro. El toro sangrante, los mira desde lejos, pero al ser tentado por uno de ellos no duda en emprender la carrera a su encuentro. Con un hábil recorte el banderillero consigue colocar el par en los hombros del toro, que se retuerce intentando quitarse tan doloroso castigo. Pero cesa de su empeño al volver a ser tentado por el otro mozo. Corre la misma suerte esta vez y otro par de banderillas terminan en su espalda, desafiantes a la graverdad, desgarrando la piel del animal. En la tercera entrada por suerte para el animal las banderillas caen al suelo y no son insertadas en su lomo.
Vuelve a sonrar el clarín, y comienza el tercio de muerte.
El torero aparece con su muleta, color rojo pasión, rojo como el lomo del animal tintado por la sangre que sale por las múltiples heridas que lleva en su espalda. El animal cuadrado en el centro, observa como el matador se viene a él. Alegrándolo el matador hace que el toro embista, primero lo guía a derechas para ejecutar unos templados pases de pecho, bien cerquita del animal, sintiendo su aliento, su respiración, viendo brotar su sangre... todo ello para el regocijo del público presente. Cambia de suerte y se lleva a el toro a la barrera. Allí le hace varios pases de telón, para al terminar la suerte, llevarlo a lcentro de nuevo. Allí con varias verónicas bien templadas el maestro da por terminada la faena, y decide entrar a matar. Prepara su estoque el subalterno, mientras el maestro se limpia las manos, y otro de los integrantes de su cuadrilla controla al moralaco en el ruedo. Con su estoque preparado el torero se acerca al toro con la intención de ejecutar la suerte suprema. El toro espera a su rival quieto, inmovil, respirando agitadamente por el esfuerzo realizado hasta ahora. El torero ahorma al animal, y este noblemente humilla y espera su suerte. La estocada es precisa y mortal, atravesando el lomo del animal e hiriendo su corazón de muerte. Dada la bravura de la res se resiste a caer muerto, e intenta apartarse a la barrera, el torero y todo su séquito lo siguen atentamente. Al ver que el animal no se da por muerto, el maestro decide que es hora de la puntilla, así que pide dicho instrumento a uno de sus subalternos. Ahí se en encuentra el noble animal, erido de muerte, resistiendo a esta con las últimas fuerzas que le quedan, pero esperando que el maestro ejecute su suerte. Obliga a el animal ahumillar de nuevo y con certera punteria apuntilla la médula haciendo que el Toro caiga desplomado entre los aplausos del respetable.
Lo siento por escribir estas líneas, pero me ha parecido la forma de resumir 10 años en un solo texto.
Besos y Abrazos